martes, 11 de enero de 2011

Jamais Vú - Capitulo III


Miércoles, 26 de agosto.


Al otro día, Antonio no podía saber porque estaba más nervioso. Si porque al fin sabría que diablos le había pasado el sábado pasado, o porque iría a la casa de Catalina esa tarde.

Siempre recordaba la primera vez que la conoció... era el primer día de la Universidad y estaban, por lista, en un mismo grupo de trabajo. Desde el primer momento Antonio supo que Catalina era cosa imposible para el... tenia la piel blanca como un vaso de leche, los ojos azules y el pelo negro azabache le caía liso y largo por los hombros. Catalina venia de otro mundo, Antonio era de una comuna que se ubicaba en una zona central de la capital, no era la mejor, pero tampoco era la peor. Ella vivía en Calera de Tango, había viajado por muchos países, era muy inteligente, y obtuvo siempre todo lo que quería. Por supuesto, pensó Antonio esa primera vez, por supuesto que lo tenía todo, era la hija única de un exitoso empresario viudo. Catalina contó que su padre le daba a elegir cada verano donde quería ir de vacaciones, pero Antonio notó algo que quizás nadie mas notó ese día. Catalina no era así, no era igual que su padre. Ella se dejaba llevar por los regalos que él siempre le entregaba, y actuaba según su padre le había enseñado. A veces se podía ver en Catalina ese acento, esa mirada, que era la que enamoraba a Antonio, esa mirada dulce que demostraba cuanto necesitaba un abrazo, un beso de verdad... la mayoría de los chicos que se acercaban a ella, eran de la misma estirpe. Antonio creía saber lo que ella necesitaba, y estaba convencido de que el se lo podía dar... solo necesitaba acabar con esa timidez que siempre lo embargaba.



Antonio se había bancado toda la mañana en clases, y ahora se encontraba en la última. No tuvo mucho tiempo de pensar, ya que el profesor estaba muy entusiasmado explicando una formula matemática, sobre como obtener la pendiente de una curva de variación.

Una vez terminada la clase, Antonio pensó que lo mejor era esperar a Catalina en la cafetería de la facultad. Estaba ahí de pie, pendiente de todos quienes pasaban, cuando sintió una mano en su espalda. Se dio vuelta, y era Juan Quezada, el "Pepe" Quezada para los amigos, andaba con la mirada perdida y la boca entreabierta. A Antonio le pareció bastante extraño, ya que el Pepe siempre se caracterizaba por su ánimo y simpatía, esta vez andaba totalmente distraído, y en otra...



- Toño... - Le dijo Pepe sin quitar la mirada del suelo…

- ¡Buena Pepe!, ¡¿como estas?! - Saludo Antonio, quien se quedo con los brazos estirados en el aire al no recibir respuesta de su amigo...

- He... pucha, te cuento… tengo prueba de estadísticas ahora, y necesito una calculadora, ¿me prestarías la tuya?... - Su voz era tan baja que apenas la podía escuchar, Antonio pensó que quizás debía tener mucho sueño o algo así...

- ¡Claro, no hay problema! - Antonio le paso la calculadora, y apenas Pepe la tomo, se fue. Antonio creyó escuchar algo como un "gracias" que salía de su boca, pero ni siquiera estaba seguro. Definitivamente algo le pasaba al Pepe Quezada pensó Antonio, ojala no sea nada malo.



No alcanzo a esperar más, cuando su celular sonó...

- Alo, ¿Antonio? - Era la inconfundible voz ronca de Catalina

- Si, ¿Cata... donde tai'?

- ¿Juntémonos en la salida en 5 minutos? - Pregunto ella rápidamente... - Quizás tiene poca plata en el celu - …pensó Antonio.

- Ok, no vemos ahí. - Respondió Antonio, quien no pudo dejar de notar que estaba mas tranquilo ahora que había llegado el momento.



Antonio se sorprendía de que cada vez que estaba junto a Catalina, su personalidad afloraba. Era mas gracioso, bueno pa' la talla, sonreía todo el tiempo... El pensaba que quizás eran nervios, no lo sabia, y le incomodaba el hecho de que ella, a diferencia de el, pareciera ser siempre tan natural...



- Bueno, ¿y como te ha ido en la U este año? - Pregunto Catalina, mientras viajaban en el bus a Calera de Tango.

- Bien... bien, no me quejo. Ando medio hippie si pa' mis cosas, no se... - Antonio trataba de hablar con soltura, aunque muchas veces hasta el notaba el esfuerzo en su voz...

- ¡¿Hippie, porque hippie?!...

- Buee... no se. - Dijo Antonio. - Ando como sin ganas de estudiar, y de quedarme en la casa, mirando el cielo y leyendo un libro todo el día.

- ¡Mish! - Catalina se veía cómoda y alegre, Antonio se quedo mirándola mientras reían. Ella estaba sentada en la ventana, y Antonio podía verla con el sol oculto tras su pelo, y los árboles pasando veloces bajo el cielo. De pronto Antonio vio el reflejo de un niño que estaba de pie detrás de él en el pasillo, por la ventana de Catalina, se quedo mirando fijamente, parecía estar hipnotizado, y Catalina de a poco comenzó a parar de reír. Antonio dio vuelta su cuerpo para mirar al extraño niño que debía estar parado justo detrás de el, en el pasillo del bus, y no había nadie... volvió a buscarlo en la ventana, pero esta vez solo logro ver a los dos pasajeros que iban en los asientos junto a los suyos...

- ¿Que pasa Antonio?, ¿te sientes bien?... - Catalina parecía preocupada, pero también se veía extrañada. De pronto, si pensarlo, Antonio dijo dos palabras...

- Ángel Bastián... - Ni siquiera lo pensó. Las palabras llegaron a su mente como por arte de magia, y se clavaron en su cerebro, solo al decirlas noto que significaban. Era el nombre del niño que aparecía en la foto de la animita de su sueñó...

- ¿Que dijiste?... - Catalina definitivamente estaba extrañada, y su rostro exigía una explicación...

- Nada... - Dijo Antonio. - Nada... olvídalo... - Antonio dio vuelta la cara al pasillo, y evito volver a conversar con Catalina del tema. Aún así, Catalina pareció afectada por la actitud de Antonio.



El camino desde ahí fue mucho más silencioso de lo que hubiera deseado Antonio. Catalina saco un cuaderno y se puso a estudiar. Antonio la miro de reojo, y no dijo nada.

Una vez que llegaron, Catalina hizo parar el bus, que los dejo en la entrada. Aún les faltaban unos 100 metros que caminar para llegar hasta la puerta de la casa de Catalina, entonces Antonio decidió romper el incomodo silencio:



- ¿Y que era lo que estabas estudiando en el bus?- Pregunto curioso.

- Nada muy complicado, mañana tengo control de taller con Mancilla, pero piola...

- ¡Huuu!, Mancilla. - Exclamo Antonio con cara de preocupación. - Igual es mala onda ese profe, le pone color con su ramo, y es un taller no mas la leserita...

- ¡Si!, me carga... - Dijo Catalina desanimada...

- ¿Y con quien mas estai' en ese ramo?, ¿o estai' sola?

- No, toi' con el Pepe Quezada...

- Ha... Ok, si lo vi hoy día, andaba raro, no se que volá. - Dijo Antonio recordando el extraño momento en que vio a su compañero, lo había dejado un poco desconcertado.

- Si, yo también lo encontré raro, me dijo algo del control, que apenas lo entendí, y se fue... - Catalina pensó un poco mientras caminaban. A medida que avanzaban, paso un ave rapaz gritando sobre sus cabezas. - Ni siquiera se despidió. - Agrego Catalina. - Siempre es re amoroso conmigo... pero andaba como atontado hoy... - Antonio asintió con un movimiento de la cabeza, y prefirió no hacer más comentarios.



Frente a ellos apareció la enorme casa de Catalina. Era una casa de madera con enormes ventanales que estaba arriba de una estructura de madera. A Antonio le recordaba los palafitos de Chiloé, claro que no era tan alto. Catalina abrió la puerta de entrada, y lo invito a pasar con un gesto de la mano.



- No hay nadie... - Dijo como leyéndole el pensamiento a Antonio. - Mi viejo llega a la noche...

- Ok... - Antonio trataba de parecer cómodo, pero el hecho de estar completamente solos, no lo calmaba para nada...

- ¿Quieres un jugo o algo?

- ¡Ya!... dale, un jugo porfa... - Soltó Antonio nervioso.



Catalina dejo la mochila en el sillón, y fue a la cocina. Cuando se vio solo, Antonio trato de recordar que había hecho aquella noche en el cumpleaños de Catalina. Recordó que estaba en la mesa con su amigo Francisco, y luego salió.

Se asomó por la ventana y vio el camino, pero no la animita que debía estar detrás de unos árboles. Incluso pensó por un momento que la animita no existía, y que todo había sido solo un mal sueño. O al menos eso esperaba dentro de su corazón.



- Había solo de melón tuna, ¿te gusta? - La voz de Catalina interrumpió sus pensamientos...

- He... - Melón tuna era el sabor que mas le desagradaba a Antonio. – Si, que rico… me encanta el melón tuna... - Se sentaron, y Antonio se saco la mochila dejándola junto a la de Catalina.

- Entonces... - Dijo Catalina. - ¿Que era lo que querías conversar conmigo?...

- Bueno. - Dijo Antonio pensativo, no sabía por donde comenzar, ni sabia que parte contarle o no contarle a Catalina. - Es que... tengo unos pequeños problemas de memoria... sobre lo que hice el sábado en tu fiesta...

- ¡Ha!... - Catalina parecía saber que Antonio le iba a hablar de eso... - Sabia que era eso... si de eso era lo que yo también quería hablarte, cuando te dije que era mejor que mi papá no supiera que eras tú quien llamaba...

- ¿Porque? - Pregunto curioso, no entendía que tenía que ver su papá en todo esto... - ¿Que onda con tu viejo?...

- ¡No, dale, tu primero!... ¿que quieres sabe?

- Básicamente... que fue lo que me paso desde que estuve en el living con el Pancho, porque de ahí en adelante, no me acuerdo de nada... - Antonio hizo una pausa, y poco convencido continuó... - Y como llegue a tu pieza. Eso....

- Mmm... - Catalina estallo en una risa. - ¡No me extraña que no te acuerdes, si estabai' pa' la embarra!...

- Si po'... - Dijo Antonio avergonzado. - Por eso quiero saber que paso...

- Bueno... - Catalina calmó un poco el tono de su voz, y relato a Antonio lo que ella sabía... - Ese día, después que te vi en el living cabeceando, la verdad no te vi mas. Solo supe de ti como a las 8 de la mañana, cuando llego mi papá "indignado" a la casa... - Catalina puso el énfasis en la palabra indignado. - Diciéndome que había un cabro afuera de la casa, tirado a la orilla del camino, todo borracho... - Catalina miró a Antonio, buscando quizás una reacción de vergüenza, pero la cara de Antonio miraba fijamente al suelo, y el solo pensaba a mil por hora en que quizás, su sueño fue real, y que por eso estaba afuera de la casa... - Así que salimos, y vi que eras tu. Te subimos al auto, y con la ayuda del Pepe te metimos a mi pieza... - Antonio no sabía que decir, estaba un poco asustado, pero también estaba avergonzado por lo que había hecho. Sin duda, esa era la última imagen que quería mostrarle a ella de el...

- Pucha sorry... - Dijo finalmente avergonzado, sin apartar la vista del suelo. - Por las molestias que te cause...

- No, no te preocupes. - Dijo ella mas relajada. - Si el problema en verdad fue mi viejo...

- Ah... verdad... - Dijo Antonio mas interesado... - ¿Que paso con el?, cuéntame...

- ¡Te odia!... - Catalina fue directo al grano, así sin mas... Antonio quedo perplejo ante tan acusación...

- ¡¿Porque tanto así?!...

- Porque cuando te llevamos a mi pieza, yo quería quedarme ahí, acompañándote... no se, pensaba que quizás te podía pasar algo, podrías necesitar ayuda para ir al baño quien sabe... - A Antonio se le iluminaron los ojos con la idea de ellos dos solos en la pieza de Catalina, y presto mas atención a la historia... - Pero mi papá me dijo que no, y me lo prohibió. Se enojo ene, me dijo que eras un vago, y que no quería que me relacionara mas con ese tipo de gente...

- Chuta... - Dijo Antonio preocupado...

- Pero obvio, yo se que no eres un vago. - Dijo ella rápidamente. - ¡Así que te defendí po'!... y ahí empezó el problema... porque pensó que me gustabas, y no quiere verte mas... - Antonio la miraba pensativo, ella había discutido con su padre por el, lo había defendido... eso lo ponía muy contento. - Por eso también ayer por teléfono te dije que era mejor que hubieras dicho que eras Francisco, porque a la hora que dices Antonio, quizás a donde te mandaría... - Antonio asintió con la cabeza, y agrego...

- Igual brígido tu viejo. ¡Ya eres grande tu po'!, ¿no crees que es como mucho que te controlote tanto así?... - Antonio parecía desconcertado. Incluso pensó que quizás se trataba de una broma.

- No se trata de eso... - Dijo Catalina poniéndose mas seria. Antonio de pronto se sintió muy incomodo con su comentario. - Yo soy su única hija, y no tiene a nadie más que a mí. Es obvio que me sobre proteja, con mi papá tenemos una relación muy cercana, yo lo quiero mucho... y el me cuida mucho también. Todo lo que ha hecho en su vida, lo ha hecho por tratar de sacarnos adelante a los dos, y ser felices.

- Si, seguro. - Dijo Antonio avergonzado... - Discúlpame, no... no quise ofender... - Catalina se quedo pensativa. Miraba por la ventana de la casa hacia afuera... de pronto el silencio comenzó a incomodar a Antonio.

- Desde que mi mamá murió... - Continuo Catalina de pronto. Antonio parecía querer escapar de ese lugar lo antes posible... - ...con mi papá hemos pasado momentos bastante difíciles. Pero el siempre ha tomado las mejores decisiones para los dos... así que lo entiendo. - Catalina parecía tener la mente en otro lugar, y Antonio pensaba que si no cambiaba el tema, iba a ser un momento bastante incomodo para el...

- Mmm... si, que mala... - Dijo Antonio. - Demás que para un padre solo, no es fácil salir adelante con un hijo... - Y después casi mecánicamente añadió. - Así que mejor me voy... ya averigüe lo que quería, y mientras antes me vaya mejor, no queremos que si tu padre llega antes de la hora, me encuentre aquí, ¿no?...

- ¡No!, espera... antes que te vallas. - Dijo Catalina recobrando su semblante habitual. - Tengo que pasarte algo que se te quedo en mi pieza, acompáñame... - Y se puso de pie dirigiéndose al segundo piso de la casa. Antonio se quedo congelado... ¡Eran demasiadas emociones en un solo momento para el!... primero estaba asustado, después nervioso, ¡incomodo!, y ahora nervioso de nuevo, que diablos le pasaba... - ¡Ya pues, sígueme! - La voz de Catalina ya venía desde arriba. Antonio se puso de pie, y subió las escaleras rápidamente, y entro a la primera puerta junto a la escalera. - Pasa, con confianza... ¡no te va a dar vergüenza ahora po'!... - Dijo riendo Catalina... Antonio entró y vio que estaba todo perfectamente ordenado. Era una pieza pintada de color verde limón, con muebles de madera bañados en un color caoba que resaltaba. La cama tenía un cobertor rosado, y sobre el escritorio junto a la ventana, Antonio reconoció su cadena de plata que estaba sobre un librito lleno de autoadhesivos pegados, y que con letras recortadas de revistas, se podía leer "Mi Diario de Vida". Hasta ese momento, Antonio no había notado la ausencia de su cadena, la vio y su reacción fue de tomarla inmediatamente...

- ¡Gracias!, - Exclamo... - ¿Te pasaste, donde estaba? - Pregunto Antonio.

- Afuera, en la animita... - Antonio se quedo helado, ¿había escuchado bien?... - ¿Donde dijiste que estaba?

- En la animita po'... - Dijo Catalina. - Ese día, después que te fuiste, salí a comprar el pan para el almuerzo, y la vi en la animita, estaba junto a la foto del Ángel... - Catalina parecía hablar con soltura, y Antonio, finalmente comprendió que todo lo que había visto en su sueño era verdad. El había leído el nombre en la animita en su sueño, "Ángel Bastián"... nunca había visto la animita antes, o al menos no lo recordaba antes de su sueño, pero resulto ser real, realmente existía una animita así...

- ¿Quien es Ángel?... - Antonio estaba desconcertado... - ¿Lo conocías?, ¿donde esta la animita de el?...

- Ahí afuera, en el camino... - Dijo Catalina desconcertada. - ¡Y obvio que lo conocía!... era mi primito. - Antonio sintió que todos y cada uno de los pelos de su cuerpo se le erizaban. ¡¿Porque el sabía el nombre del primo de Catalina?!, no había manera, ella nunca había hablado de el, y el nunca había notado esa animita en la casa de Catalina... - ¿Que pasa Antonio? - La voz de Catalina lo devolvió a la realidad. - Me estas asustando... ¿porque tantas preguntas de mi primo?...

- No nada. - Antonio decidió en un segundo, que no debía contarle nada a Catalina, quien tenía la cara desfigurada de la impresión al ver a su amigo actuando así... - Me tengo que ir... - Dijo...

- Pero Antonio, ¡¿que onda?! - Grito Catalina exigiendo una respuesta. - ¡¿Dime que te paso?!... - Antonio esquivaba la mirada de Catalina, y se dio media vuelta decidido a irse... Sin embargo algo lo detuvo. Cuando paso la mirada por la ventana de Catalina que daba hacia la calle, la vio, vio la animita a la orilla del camino, y junto a ella... vio a Ángel, el mismo niño de piel blanca y ojos negros que vio en sus sueños. Estaba de pie junto a la pequeña estructura mirándolo fijamente a los ojos desde la distancia. Una vez más Antonio sintió que le dolieron los ojos y aparto la mirada rápidamente...

- ¡Ángel! - Dijo Antonio una vez mas sin pensarlo... su voz apenas era entendible, y Antonio dio gracias a Dios de que Catalina estaba tan concentrada pidiéndole una explicación, que ni siquiera lo escucho...

- ¡¿Que dijiste?!... ¡¿que pasa Antonio?, dime!...

- Nada... - Dijo Antonio volviendo la mirada hacia el camino por la ventana de Catalina. Comprobando que ahora no había nadie junto a la animita. - Nada. Me voy... disculpa las molestias. - Antonio bajo las escaleras rápidamente, tomo su mochila, y salió por la puerta. Catalina corrió detrás de el, y se quedo en la puerta mirándolo, sin decir nada, y sin entender nada.... Antonio atravesó la reja que daba al camino, dio un pequeño vistazo a la animita, y se alejo en dirección al paradero.



Antonio llego a su casa a eso de las 6 de la tarde. Estuvo todo el camino dándole vueltas al asunto, después de todo, quizás sí le pasó todo eso que vivió en su sueño, sí vio la animita, y sí salió a orinar. Pero no necesariamente vio a ese niño metiendo su mano dentro de su cuerpo. Sin embargo, ¡eso no explicaba porque estaba viendo al mismo niño tantas veces! y en diferentes lugares. Se sentía perseguido, tenia miedo de que cada vez que daba vuelta la mirada, se iba a encontrar con esos ojos negros que lo miraban llenos de furia... Necesitaba aceptar que algo le estaba pasando, algo muy extraño, y necesitaba saber porque...



Al llegar Antonio a su casa, estaba toda su familia sentándose a tomar once, así que apenas llego, se lavo las manos, y se sentó en la mesa. Le parecía increíble que todo lo que le estaba pasando en ese momento a él, le era tan indiferente a su familia. Todos se veían felices, comiendo y conversando. Miro a su hermana chica, Fabiola. Tenía once años... entonces recordó a Ángel, el niño de su sueño. Tenía la misma edad cuando falleció, era solo un niño, tenía todo el futuro por delante, pero lamentablemente la vida le tenía otro final preparado. Antonio no podía dejar de sentir pena cada vez que se enteraba de una noticia que involucraba la muerte de alguien joven, “Si Dios existiera, no permitiría esto”, solía decir en esos casos. Luego de recordar la manera en que se fue de la casa de Catalina, Antonio se arrepintió de haberse ido de esa forma. Debería haberse quedado más, y haberle preguntado a Catalina como falleció el niño. Pero el solo hecho de recordar el rostro que tenía Catalina al ver su reacción, lo hizo sentirse seguro de sus actos. Ella parecía aterrada y afectada, exigía una explicación con tanta fuerza que Antonio no hubiera sabido que decirle, no estaba dispuesto a contarle que su primo fallecido se le andaba apareciendo en los buses, los caminos y los sueños aterrándolo, no.



Cuando ya era mas tarde, Antonio decidió entrar a MSN un rato para ver quien estaba. Su familia se estaba acostando. Antonio miro la hora en su computador, eran 23.00 hrs., quizás estaría unos 15 minutos, para ver que onda, y se iría a dormir.



- Brígido weon... - Le decía Francisco por MSN a Antonio, quien le acababa de contar toda la historia a su amigo.

- Si po'... - Afirmaba Antonio. - Imagínate que aparte de todo esto, ¡he visto al pendejo dos veces hoy día!, en el bus y en la casa de Cata.

- ¡No!, y la mina debe estar pa' la cagá... vai’ a tener que explicarle algo mañana.

- No se... no se me ocurre que decirle, imagínate. ¿"Hola Cata, sabes, ese día me fui corriendo de tu casa porque el fantasma de tu primo demoníaco no me deja tranquilo..."?. ¡No po' weon!...

- Si po, obvio que eso no, pero otra cosa po' merme...

- Ha, obvio, cuando piense algo le digo... primero quiero saber porque mierda me esta pasando esto a mi...

- Oye Toñin... - Francisco nunca le decía "Toñin" a Antonio, y generalmente cuando lo hacia, era para pedirle un favor, o alguna cosa especial que involucrara no tener moral...

- ¿Que onda?, ¿que estay pensando?...

- ¿Y si mañana vamos a ver una bruja weon?...

- ¡¿Una bruja?! - Antonio pensaba que su amigo estaba delirando...

- ¡Si po' weon!... ¡la plaza de armas esta llena!...

- No se weon... ¿tu creí que me puedan decir algo?... - Pregunto Antonio incrédulo

- Bueno, ¿quieres saber porque el pendejo te webea, si o no?...

- Si, obvio...

- Bueno, ¡'tonces vamos!... ¿que me dices?...

- Ok, bueno… vamos.

- ¡Bakan! ya perrito, hablando de brujas, me acorde que no me he lavado los dientes weon, y ya es re tarde, me tengo que ir a acostar...

- ¡¿Que tiene que ver la bruja con los dientes weon?!

- ¡Nada weon! jajaja... solo ámame, no vemos, cuídate hermano...

- Jajaja, ok... nos vemos mañana en la U... ¡Chao!

- ¡Chao!, ¡y no te olvides!... ¡Mañana es día de brujas!



Dicho esto, su amigo se desconecto. Antonio iba a hacer lo mismo, cuando escucho el típico ruido de cuando alguien te habla, y la ventanita parpadeante característica. Era el Pepe Quezada, era raro que se conectara tan tarde, ya que el no tenía Internet en su casa, y a esa hora normalmente el estaba durmiendo.



- Hola. - Era todo el mensaje que le había mandado.

- ¡Buena Pepe!... ¿y tu que onda que estas en MSN?... nunca te conectas...

- Si, bueno, tenía algo que decirte, y esta era la única manera...

- Dale dime... - Antonio recordó que en la tarde cuando había visto a Pepe, se encontraba muy extraño, y por la forma en que le estaba conversando ahora, podía inferir que aun lo estaba.

- Déjalo entrar... - Antonio se quedo mirando la pantalla esperando a que Pepe escribiera algo mas, pero después de eso no vino nada. Para el esas palabras no tenían ningún significado...

- Perdón no entiendo, explícate mejor...

- Sabes de quien hablo, solo déjalo entrar, no te resistas... - Antonio comenzó a relacionar las palabras de Pepe con todo el asunto de Ángel, pero su mente se resistía a creerlo...

- ¿De quien me estas hablando?, no te entiendo Pepe.

- ¡Sabes de quien te estoy hablando!... ¡te estoy hablando del niño de los ojos negros! - Antonio leyó las palabras de Pepe y quedo helado, de pronto sintió que la pieza era aun más oscura, y el silencio más grande, se sintió solo...

- ¿Pepe eres tu?, ¿donde estas, estás en tu casa?... ¡¿como sabes lo del niño...?!

- Si, soy yo...

- ¿Pero que onda?, ¿desde donde me estas hablado? - Antonio estaba nervioso y desesperado, no encontraba la manera de sacarle información a su amigo, si lo tuviera en frente de seguro no lo dejaría ni respirar...

- Estoy en mi casa...

- ¿En tu casa?... ¡¿te pusieron Internet?!...

- No...

- Entonces, ¿como me estas hablando ahora?! - Antonio pensaba que era una broma, si, eso debía ser, Francisco debió haberle contado algo a Pepe, y le estaban jugando una broma....

- No tengo Internet... - Dijo su amigo, y Antonio se quedo esperando a que volviera a escribir... - Solo, no te resistas... no hagas lo mismo que yo...



Al instante, arriba de la ventana de conversación apareció, "Pepe Quezada aparece como no conectado". Antonio no sabía si tomar o no en serio las palabras de Pepe, pero si se trataba de una broma, era una bastante fea. Antonio cerró rápidamente el MSN, y apago su computador. Al levantarse de la silla, Antonio sintió como si algo en el lugar hubiera cambiado, estaba todo más oscuro, más pequeño y silencioso. Era su casa, la conocía como la palma de su mano, pero de cierta forma sentía que era la primera vez que estaba de pie en ella. Camino a tientas por el pasillo, comenzó a sentir un desagradable olor, y el sentimiento de extrañeza comenzó a crecer aun más. Iba pasando por la puerta de cada habitación, las conocía todas, y repetía en voz alta lo que había en cada una de ellas para asegurarse de que sí lo sabia... Baño, Cocina, Patio, Dormitorio, Dormitorio... pero aún así, sentía que no estaba en su casa. Antonio comenzó a marearse, y el olor le comenzó a producir nauseas. Su respiración comenzó a aumentar mas y mas rápido, y su desesperación también. Se sentía perdido, no estaba en su casa... ¡era otro lugar!, ¡¿donde estaba?! Miraba las puertas y las luces que había visto mil veces antes, pero que ahora no le brindaban ningún sentimiento de familiaridad. Corrió a su habitación buscando el baño. La última vez que se sintió así, entro al baño, y ahí encontró un lugar familiar al que aferrarse. Cerró la puerta de su pieza con llave, y desesperadamente entro al baño de su habitación.



El lugar estaba radiante, blanco, y brillaba en contraste con el resto de su casa. Sí, ese era su baño. Al fin se sintió cómodo, y perdió la sensación de extrañeza que le producía el resto de su hogar... Antonio se sentó en el borde de la ducha, y agacho su cara apoyándola en sus manos... se quedo así un momento y se levanto. Dio la llave del agua y se mojo el rostro. Cuando levanto la mirada, su reflejo lo dejo paralizado. Ahí estaba el, de pie, mirándose en el espejo, pero a su lado, y como si sus cuerpos estuvieran unidos, Antonio veía la cara del niño blanco junto a la suya. Era como si tuviera dos cabezas que lo miraban fijamente, la de el, y la de Ángel, si, la de Ángel... podía sentir el frió de la blanca piel del niño junto a la suya. El fantasma lo miraba fijamente, y esbozaba una sonrisa maliciosa, Antonio ahogo un grito en una mueca de terror, y perdió el equilibrio cayendo de espaldas. Al caer, se golpeo la cabeza con la tapa del basurero, y no despertó mas...